martes, 3 de octubre de 2017

¿Por qué? ó ¿Para qué?



Cuando tomé la difícil decisión de dejar atrás muchas cosas que amo, una persona cero cercana a mi, se percató que me estaba despidiendo de alguien. Como la mayoría de las personas, se enteró a última hora porque yo soy discreta con mis cosas. Ese alguien pregunta:

- ¿Por qué te vas? 

- ¿De verdad preguntas eso? Pensé.

La otra persona interrumpió:

- No sabía que te ibas, pero la pregunta no es ¿Por qué? Sino ¿Para qué?

Me sorprendí un poco, pues lo común es que pregunten lo primero. Y mientras le iba a responder, intervino de nuevo: 

- Sólo quiero escucharte decir «para» esta palabra suma (+) y los «porqué» (-) restan. Cuando te pregunten «por qué» viniste o «por qué» te fuiste, tus respuestas serán negativas "porque no tengo vida" "porque la situación está insostenible" "porque la delincuencia azota la ciudad" "porque no hay comida." Y aunque es una realidad de la que no podemos escapar, tienes que darle un enfoque distinto. Tú te vas «para» crecer, para estudiar, para aprender, para enseñarle a la gente que te recibe de qué estás hecha, para madurar, para conocerte, para enseñar tu cultura, para invadir con tu ternura, para trabajar, para tener calidad de vida, para dejar una huella." 

Mientras estaba muda, dándole toda la razón con el pensamiento, prosiguió: 

- Es triste ver cómo los venezolanos a pesar de que se enorgullecen de su país, llevan la gorra tricolor en cualquier sitio y colocan la bandera en su nueva casa, o el cuadro del Ávila, al momento de expresarse emiten pura mierda. Y la palabra es poder. Cuando te vayas resalta las cosas positivas porque lo negativo es tácito, es noticia, es lo que todo el mundo espera escuchar. 

Trato de recordar siempre esa frase "los «por qué» restan, los «para qué» suman." Confieso que ha sido difícil, sobre todo porque las noticias que llegan de Venezuela son cada vez peores. Lo más sorprendente es que todos preguntan:

- ¿De dónde eres?

- Venezuela. 

*Inserte cara de tragedia, cara llorona, cara de trauma*

- Dios mío, en tu país está la escoba, está pa' la cagada, está la embarrada.

Con esa frase obviamente vienen mil preguntas más, ¿Y viniste sola? ¿Y tu familia? ¿Y cómo viven? ¿Y es verdad que no hay papel? ¿No hay harina? 

(Es en este preciso momento, cuando mi mente empieza a halarle el pelo al que pregunta, o lo ahorca como Homero a Bart, mientras físicamente estoy inmóvil con una leve sonrisa.) 

Al principio lloraba, era imposible decir: "eso le está pasando a mi país «para» crecer como nación, «para» no repetir la historia, «para» hacernos más fuertes, «para» entender que todo llega a su fin en algún momento, para, para, para.

¡Qué difícil! Pero me atrae lo complicado, esto hace que tu mente trabaje. Practicar,  decir cosas positivas y convertirlo en hábito es un reto, porque no es solo decirlo, es sentirlo. Y de verdad, la energía cambia. 

Otra cosa que resulta interesante es hacerme varias preguntas antes, durante o después de cualquier comentario que hago. Por ejemplo, esto es necesario? Es productivo? Aporta? Suma o resta? Créeme, este ejercicio es genial, te hará guardar silencio en más de una ocasión, sobre todo si vas a arrojar alguna queja, crítica, etc.

Generalmente hablamos y no nos escuchamos, debemos dedicarnos tiempo. Vamos a convertir en hábito la belleza de pensar antes de hablar, frase cliché pero ¡Qué potencia tiene! 

Adriana Samaniego.










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